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miércoles, 12 de junio de 2013

UNA OBRA GRANDIOSA DE REDENCIÓN

EXPIACIÓN
 &
PROPICIACIÓN

PROPICIACIÓN

A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia los pecados pasados. Rom. 3:25
(Propiciación del gr. «Hilasmos», del verbo «ser propicio» Aplacar la ira, ganar el favor)
En el AT se aplica a la tapa de oro que cubría el arca del pacto, la cual contenía los elementos recordatorios de las grandes obras de Dios.
En el NT se aplica directamente a Cristo; La RV. traducen en el mismo sentido «a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre»; la LBA traduce en este sentido, diciendo: «a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por medio de su sangre a través de la fe». La frase «por su sangre» se relaciona inmediatamente con la «propiciación». Cristo, por su muerte expiatoria, es el medio personal por quien Dios muestra la misericordia de su gracia justificadora al pecador que cree. Su «sangre» da todo el significado de la entrega voluntaria que Él hizo de su vida, bajo el juicio divino que justamente nos merecíamos como pecadores, y siendo la fe la única condición demandada del hombre. Juan 10:18-
La tapa de oro que cubría el Arca del Pacto (Ex. 25:17–22) se llamaba «el propiciatorio», o sea, «aquello que cubría»; por la misma razón, Jehová no veía las Tablas de la Ley que condenaba al pueblo sino a través de la sangre salpicada en el propiciatorio en el Día de las Expiaciones (Lev. cap. 16).
Cristo es nuestra propiciación, en el sentido que él es nuestro escudo que recibe y aplaca la ira de Dios sobre nosotros, es el cordero sobre quien pesa todo el pecado nuestro esperando poder llevar lejos nuestras iniquidades, como el macho cabrío que debía cargar la culpa y llevarla lejos del campamento, como haciéndose responsable de los pecados cometidos.
·           Para comprender mejor el sentido normal de la palabra «propiciar», podemos considerar la manera en que Jacob se afanó por aplacar la ira de su hermano, Esaú ofendido, por todo lo que le había hecho estando en casa, Jacob por medio de presentes quiso aplacar la ira y así obtener su favor (Gen. 32:13–20). Mandó varios grupos de sus siervos por delante llevando una gran riqueza de ganado, y luego, hablando consigo mismo, dijo: «Apaciguaré su ira con el presente que va delante de mí, y después veré su rostro; quizá le seré acepto.» Había cometido la falta de robar la bendición paterna de su hermano, excitando así la ira de Esaú, y ahora quiere apaciguar su ira mediante presentes para ganarse el favor del hermano que pudo más que él. El final nos nuestra como la ira de ESAU fue apaciguada y su hermano pudo acercarse libremente a él sin temor de una represalia o castigo de muerte.
¿Pero cómo se puede aplacar la ira de Dios, a quien se ha ofendido?
El pecado ha llegado hasta la santa presencia de aquel que nos hizo santos por su gracia, y le hemos quedado mal, el pecado ha inundado su creación y cada uno le ofende si parar.
Lo más desafortunado para el pecador es que el mismo no puede proveer para su salvación, no puede convencer a Dios de es bueno, ya él ha dicho que:
®    No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios Romanos 3:11
®    No hay justo, no hay quien haga lo bueno
®    No hay quien madrugue a buscarlo

·     Por esta misma condición del hombre Dios mismo proveyó la ofrenda que el hombre era totalmente incapaz de dar; es decir, el Dios contra quien habíamos pecado le provee el medio a la humanidad de satisfacer Su propia justicia.
Por lo tanto, el sacrificio tiene valor infinito por el excelso valor de que fue Dios manifestado en forma Hombre, quien «gustó la muerte por todos» (Heb. 1:2–4; 2:9). Que no le importó ser Dios, humillándose dentro de un cuerpo, sufriendo por nuestros propios pecados, pues él nunca hizo maldad ni hubo engaño en su boca.
Por lo tanto, lo esencial del tipo residía en el hecho de que tenía que haber un derramamiento de sangre y no de cualquier sangre, sino de “la sangre del cordero perfecto”, el antitipo Cristo: quien debía derramar su propia sangre.
Los términos «la sangre» nunca aparecen solos; invariablemente se identifica a aquel que derramó su sangre, porque es la persona la que da valor a la obra; la eficacia salvadora de la muerte depende totalmente del hecho de que aquel que murió» Cristo y no el hombre
La propiciación satisface la justicia
Tal ofrenda pudo ofrecerse en justicia por cuanto Cristo es, a la vez, Dios y Hombre. No era un hombre entre muchos, sino EL HOMBRE por excelencia. El que había creado la humanidad en su perfección, ahora se vestía de humanidad, por el misterio de la Encarnación, haciéndose parte de una naturaleza humana, pero con exención de que era sin pecado, llegando a ser el segundo y postrer Adán.
Así pudo ser en toda la realidad el Hombre justo representativo, del hombre injusto, quien, sin mancha propia, se hizo responsable ante la justicia divina de los pecados de todos los hombres (Heb. 2:14; 2. Co. 5:21; 1 P. 2:22–24; Is. 53:4 y 5).
®    Debemos tener en cuenta que, cuando las Escrituras hablan de la propiciación y la redención por la SANGRE DE JESUCRISTO, habla directamente de «la vida de Cristo, en su infinito valor, dada enteramente en expiación sobre el altar de la Cruz».
®    Este significado del símbolo se aclara mucho en Levítico 17:11, «porque la vida de la carne en la sangre está, la cual os he dado para hacer expiación en el altar por vuestras almas; porque la sangre, en virtud de ser la vida, es la que hace expiación» (Versión Moderna). Por eso, «sin derramamiento de sangre no se hace remisión» (Heb. 9:22).
Aunque el hombre había sido creado perfecto, perdió esta condición cuando pecó, y tanto él como sus descendientes llegaron a estar bajo la condenación de Dios. La justicia y la fidelidad a los principios de rectitud requerían que Dios ejecutara la sentencia de su ley contra el desobediente Adán. No obstante, el amor movió a Dios, a proporcionar un modo de satisfacer la justicia para que, sin violarla, la descendencia arrepentida del pecador Adán pudiera ser perdonada y consiguiera la paz con Dios. (Col 1:19-23.) Por lo tanto, Jehová “envió a su Hijo, (plan, propósito, pensamiento, sentir) como sacrificio propiciatorio por nuestros pecados”. (1. Jn 4:10; Heb 2:17.)
El sacrificio propiciatorio de Jesús elimina la razón por la que Dios tiene que condenar a los hombres y hace posible que les extienda su favor y misericordia. Esta propiciación elimina el cargo de pecado y la condena de muerte de todos los demás que se valgan de ella. (1. Jn 2:1, Ro 6:23.)

Sin embargo, para beneficiarse de ella, la persona tiene que arrepentirse de verdad y ejercer fe creyendo y obedeciendo. DIOS no se complacía en los sacrificios de Judá cuando se ofrecían sin la actitud apropiada. (Isa. 1:10-17.) Dios envió a Cristo “como ofrenda para propiciación mediante la fe en su sangre”. (Ro 3:21-26.) Los que con fe aceptan la provisión de Dios para expiación mediante Jesucristo pueden obtener la salvación; los que la desprecian, no. (Hch 4:12.)
En esto consiste el amor; no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a «Su Hijo en propiciación» por nuestros pecados. (1. Jn.4.10), significando que Él mismo, por medio del sacrificio expiatorio de su muerte, es el medio personal por el cual Dios muestra misericordia al pecador que cree en Cristo como aquel que ha sido dado como medio que aplaca su ira, que permite la favorabilidad para el pecador. Juan lo describe como «la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por todo el mundo».
Acción que pagó la ofensa del pecado a Dios para que su santidad y justicia fueran satisfechas, y pudiera perdonar el pecado.
Sólo la Sangre de Cristo puede borrar los pecados del hombre, porque cada pecado es una "ofensa infinita", por ser una ofensa hecha a Dios, que es infinito. Todas las buenas obras de todos los hombres juntos no pueden perdonar ni un solo pecado, porque todas esas obras son sólo de un valor "TERRENAL”.
Según opinan algunos estudiosos, el hombre moderno no puede aceptar la idea de un Dios que se aíra con el pecador. Pero los hombres del Antiguo Testamento no tenían tales inhibiciones.
Para ellos Dios “está airado contra el impío todos los días” (Sal. 7.11). No dudan de que el pecado provoca inevitablemente la más fuerte de las reacciones por parte de Dios, y que no se le puede acusar de debilidad moral, sino que él se opone vigorosamente a toda forma y tipo de mal. Si bien es “lento para la ira” (Neh. 9.17,) no por ello dejará de mostrar su ira frente al pecado. Incluso podemos leer “Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable” (Núm. 14.18). Aun en un pasaje que se refiere a la longanimidad de Dios encuentra mención su negativa a condonar la culpa. La idea de que Dios es lento para la ira lejos está, para los hombres del Antiguo Testamento, Aunque sea lento no por eso deja de airarse con el pecador.

El perdón no es algo que logramos extraerle a una deidad poco dispuesta a perdonar, sino la dádiva gratuita de un Dios que está ansioso por perdonar. Es así como el salmista puede decir:
“Pero él, misericordioso, perdona la maldad, y no los destruía; y apartó muchas veces su ira, y no despertó todo su enojo” (Sal. 78.38).

El aplacamiento de la ira de Dios no es algo que consiguen los hombres; se debe nada menos que a Dios mismo, el que “apartó su ira”.
El pecador no se encuentra en la mejor condición, su relación con el creador está rota, No puede esperar sino la severidad del juicio divino. Llamémosle “ira de Dios” o no, el concepto está presente.  Es el término bíblico y no se ha sugerido ningún sustituto satisfactorio.
La sentencia de juicio ya había sido pasada contra todos nosotros, la ira de Dios pendía sobre nuestras cabezas. Solo Cristo podía hacer algo grande por nosotros, por esto Pablo pone gran énfasis en la ira de Dios y en su misericordia, la obra salvadora de Cristo debe incluir la liberación del hombre de los efectos de esa ira. La justificación para con Dios, la reconciliación, etc.
Todo esto nos ayuda a comprender que debemos entender aquí el término “propiciación” en su sentido más grande y maravilloso.
El escritor describe la actividad de Jesús a favor de los hombres como una actividad que aleja de ellos la ira divina. Juan declara:
®    «Y Él [Cristo] es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo» (1. Jn. 2:2; 4:10).
®    De igual forma, el Bautista declara: «He aquí el Cordero de Dios que quita [en expiación] el pecado del mundo» (Jn. 1:29).
Esto quiere decir que la justicia de Dios queda satisfecha por la ofrenda de la Cruz, en orden a todos los pecados del pasado, Desde luego, el alcance universal de la propiciación no indica que todas las almas han de ser salvas, sino que es posible que todas sean salvas si aceptan las condiciones del Evangelio: el arrepentimiento y la obediencia. Si resisten al Evangelio, se excluyen automáticamente de la salvación.
Hay expresiones en el griego del Nuevo Testamento que indican que Cristo murió a favor de todos, pero en lugar de muchos, pues solamente los que creen, le reciben como su sustituto. La debida actitud del hombre pecador es la del publicano en el Templo, quien, con un hondo sentido de su necesidad, exclamó: «Dios, sé propicio a mí, pecador» (Luc. 18:13).

Expiación:
Acto por el que se quita el pecado o la contaminación.
La etimología de EXPIACIÓN según algunas lenguas:
kipper, (Arameo) palabra aramea que equivale "borrar" El cual teológicamente puede ser el más apropiado, porque la sangre de Cristo borra nuestros pecados, no nos los cubre.

Pero es probable que venga de una raíz ka·fár (hebreo) que significa "cubrir".
El concepto básico parece ser el de eliminar el obstáculo que impide la bendición de Dios.
®    Es mentira del diablo cuando le hace creer al cristiano, que la bendición de Dios es solo para aquellos que registra la Biblia,
®    Que es algo inalcanzable en el día de hoy
®    O la otra mentira peor, que ya estamos bendecidos y no importa como vivamos la vida, ya lo tenemos todo. Así estemos pecando él tiene que bendecirnos.

Si esto fuera así no habría necesidad de expiación, orar por los pecadores para que Dios tenga misericordia, podríamos decir como menciona el apóstol pablo a los corintios, tomando la frase un poco irracional de Epicuro de samos: “comamos y bebamos que mañana moriremos”. (1 Corintios 15:32)

Las impurezas ceremoniales y morales según la ley hacían necesaria la expiación
En el Antiguo Testamento se halla continuamente el término expiación, pero nunca propiciación. Pero la misma palabra, «kaphar», aunque se traduce generalmente «expiar», se emplea también como:
·         Perdonar        Sal. 65:3
·         Reconciliar     Lev. 16:6
·         Anular             Is. 28:18
®     Esto equivale a actuar de acuerdo con un propósito de corazón, Dios está dispuesto a perdonar, amar y a olvidar,
®    La palabra no se equivoca al decirnos que todo esto era una simple sombra de lo real, de lo venidero, y todo esto obtuvo su cumplimiento real en Cristo.
®    Tomó la decisión de amarnos, no porque nuestros actos lo mereciera, sino porque necesitaba mostrar su amor, y por ese amor con que nos amó, nos perdonó y reconcilió consigo mismo olvidando todo lo malo que hicimos contra él.

El hombre por su naturaleza tiene la necesidad de que, se expíen (perdonen o cubran,) los pecados debido al pecado heredado (Ecl 7:20; Ro 3:23), del que solo él hombre es responsable, no Dios.

Él es la Roca, cuya obra es perfecta, Porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; Es justo y recto.
La corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha, Generación torcida y perversa
 Deuteronomio 32:4,5

Adán perdió la permanencia en el huerto por su pecado, y transmitió el pecado y la muerte a su descendencia humana. (Ro 5:12), ahora el ser humano debido a su pecado pierde algo más grande, estar alejado de la gloria de Dios
®    Nótese que no dice: La iglesia, el reino de Dios o mucho menos el cielo. Dice: La gloria de Dios.
®    Que es la gloria de Dios:  Gloria significa 'fama', 'honor', esplendor' y 'buena reputación'. También se utiliza para referirse a un gran gozo, gusto o placer
®    En la Biblia la gloria significa su presencia real y no otra cosa, su poder y majestad por los siglos de los siglos.
®    Por eso los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos
®    Jesús le dijo a Martha: No te he dicho que si creyeres veras la gloria de Dios
®    Esteban lleno del Espíritu santo vio la gloria de Dios
Que pasa cuando el hombre quiere robarse esta gloria que no le pertenece
®    Moisés perdió sus privilegios por no dar la gloria delante del pueblo cuando les sacaba el agua
®    Herodes murió comido de gusanos por no darle la gloria a DIOS
®    El Señor dijo mi gloria es mía y no la daré a otro
®    El mismo abrió nuestros corazones, para la iluminación del conocimiento de la gloria suya, en la faz de Jesucristo.

Tu no pecas para no estar alejado de la iglesia o del cielo, no pecas más porque sabes que si lo haces estarás alejado de Dios

ü  Tenemos entonces que la idea primaria que transmite la palabra “expiación” en la Biblia, es “cubrir” o “cambiar”, y lo que se da como cambio por otra cosa debe tener el mismo valor. Y acá viene la parte más difícil para el hombre pecador. ningún ser humano imperfecto podía suministrar tal expiación. para restaurar la vida perfecta a la humanidad en general. (Sal 49:7, 8) Para hacer expiación por lo que Adán había perdido, tenía que proveerse una ofrenda por el pecado que tuviera el valor exacto y que fuera de una vida humana perfecta. Pues según la ley, nada que fuera inmundo, imperfecto debía ofrecerse en holocausto sobre el altar.
Todo sacrificio tenía que ser inmaculado, lo que indicaba que su antitipo. Debía ser perfecto. Además, el que se diera la vida de la víctima y se derramara su sangre muestra el valor que tenía la expiación.  Sin embargo, los sacrificios de animales no podían expiar por completo el pecado humano, porque la creación animal es inferior al hombre, a quien se le dio el dominio sobre ella. (Sal 8:4-8)
 (Éx 29:36; 22:21-23.)

Cumplimiento en Cristo Jesús Y su sangre
Las Escrituras relacionan la expiación completa de los pecados humanos en Jesucristo. En él se cumplen los tipos y sombras de la ley mosaica, ya que es a quien señalan los diferentes sacrificios de animales.
®    Como humano perfecto, sin pecado, él fue la ofrenda por el pecado de todos los descendientes de Adán, para librarnos del pecado y la muerte heredada. (2 Co 5:21.)
®    Cristo “ofreció un sacrificio por los pecados perpetuamente” (Heb. 10:12)
®    No hay duda de que es “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. (Jn. 1:29, 36; 1 Co 5:7; Ap. 5:12)
®    El perdón depende del derramamiento de sangre (Heb 9:22), Dios como Dios no podía derramar sangre, pues él es un ser incorpóreo, pero Cristo en su parte humana si, por eso la Biblia afirma que a los cristianos que andan en la luz se les asegura que “la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado”. (1 Jn 1:7)

por esto no puede haber expiación sin derramamiento de sangre, y la única que cumplía con el requisito fue la sangre de Cristo, sin mancha, sin genes heredados de corrupción, pecado,
®    Cristo no fue fecundado por José en un acto ero de amor
®    Se implantó en maría por Dios por amor de nosotros
®    Fue semejante a nosotros, pero no igual a nosotros
®    No heredó nada del pecado del hombre

Se hace posible la reconciliación.

La relación entre el hombre y su Creador solo podía restablecerse si se satisfacía el requisito de una verdadera expiación del pecado. (Isa. 59:2; Hab. 1:13; Ef. 2:3.) Dios ha hecho posible la reconciliación entre sí mismo y la humanidad pecaminosa mediante el hombre perfecto Cristo Jesús. Por ello, el apóstol Pablo escribió: “También nos alborozamos en Dios mediante nuestro Señor Jesucristo, mediante quien ahora hemos recibido la reconciliación”. (Ro. 5:11 Por consiguiente, para conseguir el favor de Dios, es necesario aceptar la mediación de Jesucristo:


La provisión de Dios para la reconciliación.
Solo por este medio es posible llegar a estar en una posición comparable a la de Adán antes de su pecado. Dios manifiesta su amor al hacer posible esta reconciliación. (Ro. 5:6-10.)

EN LA EXPIACIÓN SE RECONCILIA AL HOMBRE CON DIOS,
En numerosas lenguas modernas la noción de expiación tiende a confundirse con la de castigo.  y tal es el sentido del verbo expiare, tanto en la Vulgata, expiar es esencialmente "purificar", o más exactamente hacer un objeto, un lugar o una persona "agradable a Dios, después de haber sido desagradable" (Lachelier). Toda expiación supone, pues, la existencia de un pecado y tiene por efecto destruirlo. La expiación borra el pecado reuniendo de nuevo al hombre con Dios, "consagrándose" por lo tanto el sacrificio de expiación tiene más bien por fin "hacer al hombre agradable a Dios"


En el Antiguo Testamento.
Los motivos de expiación ceremonial incluían:
Ø  El flujo de sangre                         Lev 12.6, 7
Ø  Contaminación por un muerto      Núm. 19.9-17
Ø  la lepra                                          Lev 14.18, 53

También objetos materiales:
Ø  como el altar Y el tabernáculo (Lev. 16.33), podían contaminarse y era necesario hacer expiación por ellos.

Sin embargo, básicamente la expiación se hace por el PECADO, que contamina tanto al hombre como a las cosas, y del cual la impureza ceremonial es solo una ilustración.

El nuevo testamento recoge la idea tocante a la expiación de un acto por el cual, somos limpios de todo pecado moral, ético, religioso. Esta nos hace inocentes ante Dios.
Lo vil y menospreciado, lo inmundo y reprochable ahora se convierte por el acto de la gracia divina, en algo preciado, un vaso de honra, útil santificado para Dios y dispuesto para toda buena obra en Cristo.


El medio de expiación variaba.
Podía muy bien ser:
Ø  Una ofrenda en efectivo (Núm. 31.50)
Ø  Incienso, como cuando Aarón expió la murmuración del pueblo (Núm. 16.47).
Ø   Pero principalmente la expiación se hacía mediante la muerte de una víctima,
Ø   Por la sangre como símbolo de su vida derramada (Lev. 17.11).
Ø   A veces el culpable mismo debía morir (Núm. 35.33), Pero en la mayoría de los casos se ofrecía un animal como sustituto.

La expiación presenta el pecado como algo que contamina al hombre y que interrumpe su relación con Dios. pero también sugiere, que es Dios mismo, el que brinda el medio para restablecer la relación rota por el pecado, ya que el hombre no puede hacerlo.

Demuestra la justicia de Dios, porque Él demanda un castigo por el pecado. Este era llevado por Las ofrendas expiatorias del Antiguo Testamento, que en si no podían quitar el pecado (Heb. 10.4), sino que prefiguraban a Jesucristo, el sacrificio perfecto provisto por Dios mismo (Jn. 1.29). Por su muerte expiatoria (Is. 53.10).

Él quitó los pecados del mundo y ofreció la base para el PERDÓN y la JUSTIFICACIÓN del pecador.  

·         La expiación procede del amor de Dios. No es algo arrancado a un Padre severo y poco dispuesto, totalmente justo, pero totalmente inflexible.
·         La expiación nos muestra el amor del Dios. Pablo nos ofrece la exposición clásica de esto cuando dice: “Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro. 5.8).
·         En el texto más conocido de la Biblia encontramos que “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito…” (Jn. 3.16).
·         En los evangelios sinópticos se destaca que “era necesario” que el Hijo del Hombre sufriera (Mr. 8.31, etc.). Es decir, la muerte de Cristo no fue un accidente: tenía su razón de ser en una necesidad divina compulsiva. Esto lo vemos también en la oración del Señor en Getsemaní de que se cumpliese la voluntad del Padre (Mt. 26.42). De igual manera, en hebreos leemos que fue “por la gracia de Dios” que Cristo gustó la muerte por todos nosotros (He. 2.9). Este pensamiento recorre todo el Nuevo Testamento, y debemos tenerlo muy presente cuando reflexionamos sobre el modo de la expiación.

Otro pensamiento que aparece repetidamente es el de que la muerte de Cristo es una muerte por el pecado.
No se trata simplemente de que ciertos hombres perversos se levantarán contra él. No es que sus enemigos hayan conspirado en contra de él y que él no pudo oponerse.

1.    Fue entregado por nuestros pecados” (Ro. 4.25). Vino específicamente a morir por nuestros pecados.
2.    Su sangre “por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mt. 26.28).
3.    Efectuó “la purificación de nuestros pecados” (He. 1.3).
4.    Llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 P. 2.24).
5.    Él es la propiciación por nuestros pecados” (1 Jn. 2.2). Jamás se entenderá la cruz de Cristo a menos que se vea que en ella, el Salvador se estaba ocupando de los pecados de toda la humanidad.

El aspecto sacrificial de la muerte de Cristo

Al hacer esto dio cumplimiento a todo aquello a lo cual apuntaban los antiguos sacrificios.
Jesús mismo se refirió a su sangre como “sangre del nuevo pacto” (Mr. 14.24), lo cual nos lleva a los ritos en torno a los sacrificios. Más aun, buena parte del lenguaje que se usa en la institución de la Cena está relacionado con los sacrificios, apuntando al sacrificio que debía llevarse a cabo en la cruz. Pablo nos dice que Cristo.
·         Nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Ef. 5.2).
·         No se refiere a sacrificios en general, sino a un sacrificio específico, como dice 1 Co. 5.7: “Porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.
·         Pedro habla de “la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 P 1.19), lo cual indica que en un aspecto la muerte de Cristo fue un sacrificio.
·         Era nuestro representante cuando colgaba de la cruz. Esto se expresa claramente en 2 Co. 5.14: “Uno murió por todos, luego todos murieron.” La muerte del representante cuenta como la muerte de aquellos a los cuales representa.
·         Cuando se dice que Cristo es nuestro “abogado… para con el Padre” (1 Jn. 2.1) tenemos allí el pensamiento claro de representación, y como el pasaje de inmediato pasa a ocuparse de su muerte por el pecado resulta pertinente para nuestro propósito. La Epístola a los hebreos tiene como uno de sus temas principales el de Cristo como nuestro gran Sumo sacerdote. El pensamiento se repite vez tras vez. Ahora bien, aparte de todo lo demás que pueda decirse de un sumo sacerdote, es evidente que representa a los hombres. Por lo tanto, puede decirse que el pensamiento de la representación es muy fuerte en esta epístola.
Cristo es nuestro vicario, él fue la ofrenda y a la vez fue nuestro representante en la cruz ante Dios quien demandaba un sacrificio para satisfacer su justicia.


Hagamos ahora la comparación final de estos dos grandes hechos realizados en la cruz del calvario, Cristo realizó una:
















EXPIACIÓN                                                                        PROPICIACIÓN

Siendo ofrenda por el pecado                                           como ofrenda presentada
Muriendo por nuestro pecado,                                    llevando nuestro pecado
Recibiendo el castigo por nosotros                                    consumando la obra

Siendo sacrificio en el altar del holocausto        siendo ofrenda en el altar de adoración

Como altar de fuego de muerte                                         siendo altar de reconciliación

Como nuestro vicario o sustituto                    siendo nuestro representante ante el juez



Todo esto es maravilloso saber lo que Cristo hizo por nosotros, pero sabes algo todo esto no hubiera tenido valor, si algo no hubiera pasado, imagínate que Cristo hubiese muerto por nosotros, es más hubiese llevado nuestros pecados pero que se hubiese quedado todo allí, sin una resurrección ni su obra expiatoria o propiciatoria estarían completas, la garantía de que todo esto funcione es la resurrección de Cristo.

Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.   Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque, así como en Adam todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados.
1 Cor, 15:20-22

Que bendición tan grande la obra de Cristo realizada en la cruz del calvario, podemos estar seguros de la redención en Cristo Jesús, por el somos salvos, santos, perfectos, limpios por la sangre del cordero. Ninguno de las dos obras funciona si la otra, él pensó en todo, fue nuestro juez, pero también nuestro abogado, toda la obra de él es completa, gracias a Dios por su amor eterno.




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