EXPIACIÓN
&
PROPICIACIÓN
PROPICIACIÓN
A quien Dios
puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su
justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia los pecados
pasados. Rom. 3:25
(Propiciación del gr. «Hilasmos», del verbo
«ser propicio» Aplacar la ira, ganar el
favor)
En el AT se aplica a la tapa de oro que
cubría el arca del pacto, la cual contenía los elementos recordatorios de las
grandes obras de Dios.
En el NT se aplica directamente a Cristo;
La RV. traducen en el mismo sentido «a
quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre»; la LBA
traduce en este sentido, diciendo: «a quien Dios exhibió públicamente como
propiciación por medio de su sangre a través de la fe». La frase «por su
sangre» se relaciona inmediatamente con la «propiciación».
Cristo, por su muerte expiatoria, es el medio personal por quien Dios muestra
la misericordia de su gracia justificadora al pecador que cree. Su «sangre» da todo el significado de la entrega voluntaria que Él
hizo de su vida, bajo el juicio divino que justamente nos merecíamos como
pecadores, y siendo la fe la única condición demandada del hombre. Juan 10:18-
La
tapa de oro que cubría el Arca del Pacto (Ex. 25:17–22) se llamaba «el
propiciatorio», o sea, «aquello que cubría»; por la misma razón, Jehová no veía
las Tablas de la Ley que condenaba al pueblo sino a través de la sangre
salpicada en el propiciatorio en el Día de las Expiaciones (Lev. cap. 16).
Cristo es nuestra propiciación, en el
sentido que él es nuestro escudo que recibe y aplaca la ira de Dios sobre
nosotros, es el cordero sobre quien pesa todo el pecado nuestro esperando poder
llevar lejos nuestras iniquidades, como el macho cabrío que debía cargar la
culpa y llevarla lejos del campamento, como haciéndose responsable de los
pecados cometidos.
·
Para comprender mejor el sentido
normal de la palabra «propiciar», podemos considerar la manera en que Jacob se
afanó por aplacar la ira de su hermano, Esaú ofendido, por todo lo que le había
hecho estando en casa, Jacob por medio de presentes quiso aplacar la ira y así
obtener su favor (Gen. 32:13–20). Mandó varios grupos de sus siervos por
delante llevando una gran riqueza de ganado, y luego, hablando consigo mismo,
dijo: «Apaciguaré su ira con el presente que va delante de mí, y después veré
su rostro; quizá le seré acepto.» Había cometido la falta de robar la bendición
paterna de su hermano, excitando así la ira de Esaú, y ahora quiere apaciguar
su ira mediante presentes para ganarse el favor del hermano que pudo más que
él. El final nos nuestra como la ira de ESAU fue apaciguada y su hermano pudo
acercarse libremente a él sin temor de una represalia o castigo de muerte.
¿Pero cómo
se puede aplacar la ira de Dios, a quien se ha ofendido?
El
pecado ha llegado hasta la santa presencia de aquel que nos hizo santos por su
gracia, y le hemos quedado mal, el pecado ha inundado su creación y cada uno le
ofende si parar.
Lo más
desafortunado para el pecador es que el mismo no puede proveer para su salvación,
no puede convencer a Dios de es bueno, ya él ha dicho que:
®
No hay quien entienda, no hay quien
busque a Dios Romanos 3:11
®
No hay justo, no hay quien haga lo
bueno
®
No hay quien madrugue a buscarlo
· Por esta misma condición del hombre
Dios mismo proveyó la ofrenda que el hombre era totalmente incapaz de dar; es
decir, el Dios contra quien habíamos pecado le provee el medio a la humanidad
de satisfacer Su propia justicia.
Por lo
tanto, el sacrificio tiene valor infinito por el excelso valor de que fue Dios
manifestado en forma Hombre, quien «gustó la muerte por todos» (Heb. 1:2–4;
2:9). Que no le importó ser Dios, humillándose dentro de un cuerpo,
sufriendo por nuestros propios pecados, pues él nunca hizo maldad ni hubo
engaño en su boca.
Por lo tanto,
lo esencial del tipo residía en el hecho de que tenía que haber un
derramamiento de sangre y no de cualquier sangre, sino de “la sangre del
cordero perfecto”, el antitipo Cristo: quien debía derramar su propia sangre.
Los términos «la sangre» nunca
aparecen solos; invariablemente se identifica a aquel que derramó su sangre,
porque es la persona la que da valor a la obra; la eficacia salvadora de la
muerte depende totalmente del hecho de que aquel que murió» Cristo y no el hombre
La propiciación
satisface la justicia
Tal
ofrenda pudo ofrecerse en justicia por cuanto Cristo es, a la vez, Dios y
Hombre. No era un hombre entre muchos, sino EL HOMBRE por excelencia. El que
había creado la humanidad en su perfección, ahora se vestía de humanidad, por
el misterio de la Encarnación, haciéndose parte de una naturaleza humana, pero
con exención de que era sin pecado, llegando a ser el segundo y postrer Adán.
Así
pudo ser en toda la realidad el Hombre
justo representativo, del hombre injusto, quien, sin mancha propia, se hizo responsable ante la justicia divina
de los pecados de todos los hombres (Heb. 2:14; 2. Co. 5:21; 1 P.
2:22–24; Is. 53:4 y 5).
®
Debemos tener en cuenta que, cuando
las Escrituras hablan de la propiciación y la redención por la SANGRE DE JESUCRISTO, habla
directamente de «la vida de Cristo, en su infinito valor, dada enteramente en
expiación sobre el altar de la Cruz».
®
Este significado del símbolo se
aclara mucho en Levítico 17:11,
«porque la vida de la carne en la sangre está, la cual os he dado para hacer
expiación en el altar por vuestras almas; porque la sangre, en virtud de ser la
vida, es la que hace expiación» (Versión Moderna). Por eso, «sin derramamiento
de sangre no se hace remisión» (Heb. 9:22).
Aunque el hombre había sido creado perfecto,
perdió esta condición cuando pecó, y tanto él como sus descendientes llegaron a
estar bajo la condenación de Dios. La justicia y la fidelidad a los principios
de rectitud requerían que Dios ejecutara la sentencia de su ley contra el
desobediente Adán. No obstante, el amor movió a Dios, a proporcionar un modo de
satisfacer la justicia para que, sin violarla, la descendencia arrepentida del
pecador Adán pudiera ser perdonada y consiguiera la paz con Dios. (Col
1:19-23.) Por lo tanto, Jehová “envió a su Hijo, (plan, propósito, pensamiento,
sentir) como sacrificio propiciatorio por nuestros pecados”. (1. Jn 4:10; Heb
2:17.)
El sacrificio propiciatorio de Jesús elimina
la razón por la que Dios tiene que condenar a los hombres y hace posible que
les extienda su favor y misericordia. Esta propiciación elimina el cargo de
pecado y la condena de muerte de todos los demás que se valgan de ella. (1. Jn
2:1, Ro 6:23.)
Sin embargo, para beneficiarse de
ella, la persona tiene que arrepentirse de verdad y ejercer fe creyendo y
obedeciendo. DIOS no se complacía en los sacrificios de Judá cuando se ofrecían
sin la actitud apropiada. (Isa. 1:10-17.) Dios envió a Cristo “como ofrenda
para propiciación mediante la fe en su sangre”. (Ro 3:21-26.) Los que con fe
aceptan la provisión de Dios para expiación mediante Jesucristo pueden obtener
la salvación; los que la desprecian, no. (Hch 4:12.)
En esto consiste el amor; no en
que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a
«Su Hijo en propiciación» por
nuestros pecados. (1. Jn.4.10), significando que Él mismo, por medio del
sacrificio expiatorio de su muerte, es el medio personal por el cual Dios
muestra misericordia al pecador que cree en Cristo como aquel que ha sido dado
como medio que aplaca su ira, que permite la favorabilidad para el pecador.
Juan lo describe como «la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por
los nuestros, sino también por todo el mundo».
Acción que pagó la ofensa del pecado a Dios
para que su santidad y justicia fueran satisfechas, y pudiera perdonar el
pecado.
Sólo la Sangre de Cristo puede
borrar los pecados del hombre, porque cada pecado es una "ofensa
infinita", por ser una ofensa hecha a Dios, que es infinito. Todas las
buenas obras de todos los hombres juntos no pueden perdonar ni un solo pecado,
porque todas esas obras son sólo de un valor "TERRENAL”.
Según opinan algunos estudiosos, el hombre
moderno no puede aceptar la idea de un Dios que se aíra con el pecador. Pero
los hombres del Antiguo Testamento no tenían tales inhibiciones.
Para ellos Dios “está airado contra el impío
todos los días” (Sal. 7.11). No
dudan de que el pecado provoca inevitablemente la más fuerte de las reacciones
por parte de Dios, y que no se le puede acusar de debilidad moral, sino que él
se opone vigorosamente a toda forma y tipo de mal. Si bien es “lento para la ira” (Neh. 9.17,) no por ello dejará de
mostrar su ira frente al pecado. Incluso podemos leer “Jehová, tardo para la
ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente
al culpable” (Núm. 14.18). Aun
en un pasaje que se refiere a la longanimidad de Dios encuentra mención su negativa
a condonar la culpa. La idea de que Dios es lento para la ira lejos está, para
los hombres del Antiguo Testamento, Aunque sea lento no por eso deja de airarse
con el pecador.
El perdón no es algo que logramos extraerle a
una deidad poco dispuesta a perdonar, sino la dádiva gratuita de un Dios que
está ansioso por perdonar. Es así como el salmista puede decir:
“Pero
él, misericordioso, perdona la maldad, y no los destruía; y apartó muchas veces
su ira, y no despertó todo su enojo” (Sal. 78.38).
El
aplacamiento de la ira de Dios no es algo que consiguen los hombres; se debe
nada menos que a Dios mismo, el que “apartó su ira”.
El pecador no se encuentra en la mejor
condición, su relación con el creador está rota, No puede esperar sino la
severidad del juicio divino. Llamémosle “ira de Dios” o no, el concepto está
presente. Es el término bíblico y no se
ha sugerido ningún sustituto satisfactorio.
La sentencia de juicio ya había
sido pasada contra todos nosotros, la ira de Dios pendía sobre nuestras cabezas.
Solo Cristo podía hacer algo grande por nosotros, por esto Pablo pone gran
énfasis en la ira de Dios y en su misericordia, la obra salvadora de Cristo debe incluir la liberación del hombre de los
efectos de esa ira. La justificación para con Dios, la reconciliación, etc.
Todo esto nos ayuda a comprender que debemos
entender aquí el término “propiciación” en su sentido más grande y maravilloso.
El escritor describe la actividad
de Jesús a favor de los hombres como una actividad que aleja de ellos la ira
divina. Juan declara:
®
«Y Él [Cristo] es la propiciación por
nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo
el mundo» (1. Jn. 2:2; 4:10).
®
De igual forma, el Bautista declara:
«He aquí el Cordero de Dios que quita [en expiación] el pecado del mundo» (Jn.
1:29).
Esto quiere decir que la justicia de Dios queda
satisfecha por la ofrenda de la Cruz, en orden a todos los pecados del pasado,
Desde luego, el alcance universal de la propiciación no indica que todas las
almas han de ser salvas, sino que es posible que todas sean salvas si aceptan
las condiciones del Evangelio: el arrepentimiento y la obediencia. Si resisten
al Evangelio, se excluyen automáticamente de la salvación.
Hay expresiones en el griego del Nuevo Testamento
que indican que Cristo murió a favor de todos, pero en lugar de muchos, pues
solamente los que creen, le reciben como su sustituto. La debida actitud del
hombre pecador es la del publicano en el Templo, quien, con un hondo sentido de
su necesidad, exclamó: «Dios, sé propicio a mí, pecador» (Luc. 18:13).
Expiación:
Acto por el que se quita el pecado o la
contaminación.
La etimología de EXPIACIÓN según algunas
lenguas:
kipper, (Arameo) palabra aramea que equivale
"borrar" El cual teológicamente puede ser el más apropiado, porque la
sangre de Cristo borra nuestros pecados, no nos los cubre.
Pero es probable que venga de una raíz ka·fár
(hebreo) que significa "cubrir".
El concepto básico parece ser el de eliminar
el obstáculo que impide la bendición de Dios.
®
Es mentira
del diablo cuando le hace creer al cristiano, que la bendición de Dios es solo
para aquellos que registra la Biblia,
®
Que
es algo inalcanzable en el día de hoy
®
O
la otra mentira peor, que ya estamos bendecidos y no importa como vivamos la
vida, ya lo tenemos todo. Así estemos pecando él tiene que bendecirnos.
Si esto fuera así no habría necesidad de
expiación, orar por los pecadores para que Dios tenga misericordia, podríamos
decir como menciona el apóstol pablo a los corintios, tomando la frase un poco
irracional de Epicuro de samos: “comamos y bebamos que mañana moriremos”. (1
Corintios 15:32)
Las impurezas ceremoniales y morales según la
ley hacían necesaria la expiación
En el Antiguo Testamento se halla
continuamente el término expiación, pero nunca propiciación. Pero la misma
palabra, «kaphar», aunque se traduce generalmente «expiar», se emplea también
como:
·
Perdonar Sal. 65:3
·
Reconciliar
Lev. 16:6
·
Anular
Is. 28:18
®
Esto equivale a actuar de acuerdo con un
propósito de corazón, Dios está dispuesto a perdonar, amar y a olvidar,
®
La
palabra no se equivoca al decirnos que todo esto era una simple sombra de lo
real, de lo venidero, y todo esto obtuvo su cumplimiento real en Cristo.
®
Tomó
la decisión de amarnos, no porque nuestros actos lo mereciera, sino porque
necesitaba mostrar su amor, y por ese amor con que nos amó, nos perdonó y
reconcilió consigo mismo olvidando todo lo malo que hicimos contra él.
El hombre por su naturaleza tiene
la necesidad de que, se expíen (perdonen o cubran,) los pecados debido al
pecado heredado (Ecl 7:20; Ro 3:23), del que solo él hombre es responsable, no
Dios.
Él es la Roca, cuya obra es perfecta, Porque todos
sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna
iniquidad en él; Es justo y recto.
La corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha, Generación
torcida y perversa
Deuteronomio 32:4,5
Adán perdió la permanencia en el
huerto por su pecado, y transmitió el pecado y la muerte a su descendencia
humana. (Ro 5:12), ahora el ser humano debido a su pecado pierde algo más
grande, estar alejado de la gloria de Dios
® Nótese que no dice: La iglesia, el
reino de Dios o mucho menos el cielo. Dice: La gloria de Dios.
®
Que es la gloria de Dios:
Gloria significa 'fama', 'honor', esplendor' y 'buena reputación'.
También se utiliza para referirse a un gran gozo, gusto o placer
®
En la Biblia la gloria
significa su presencia real y no otra cosa, su poder y majestad por los siglos
de los siglos.
®
Por eso los cielos cuentan
la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos
®
Jesús le dijo a Martha: No
te he dicho que si creyeres veras la gloria de Dios
®
Esteban lleno del Espíritu
santo vio la gloria de Dios
Que pasa
cuando el hombre quiere robarse esta gloria que no le pertenece
®
Moisés perdió sus privilegios por no dar la
gloria delante del pueblo cuando les sacaba el agua
®
Herodes murió comido de gusanos por no darle
la gloria a DIOS
®
El Señor dijo mi gloria es mía y no la daré a
otro
®
El mismo abrió nuestros corazones, para la
iluminación del conocimiento de la gloria suya, en la faz de Jesucristo.
Tu no pecas para no estar alejado
de la iglesia o del cielo, no pecas más porque sabes que si lo haces estarás
alejado de Dios
ü Tenemos entonces que la idea
primaria que transmite la palabra “expiación” en la Biblia, es “cubrir” o
“cambiar”, y lo que se da como cambio por otra cosa debe tener el mismo valor. Y
acá viene la parte más difícil para el hombre pecador. ningún ser humano
imperfecto podía suministrar tal expiación. para restaurar la vida perfecta a
la humanidad en general. (Sal 49:7, 8) Para hacer expiación por lo que Adán
había perdido, tenía que proveerse una ofrenda por el pecado que tuviera el
valor exacto y que fuera de una vida humana perfecta. Pues según la ley, nada
que fuera inmundo, imperfecto debía ofrecerse en holocausto sobre el altar.
Todo sacrificio tenía que ser
inmaculado, lo que indicaba que su antitipo. Debía ser perfecto. Además, el que
se diera la vida de la víctima y se derramara su sangre muestra el valor que
tenía la expiación. Sin embargo, los
sacrificios de animales no podían expiar por completo el pecado humano, porque
la creación animal es inferior al hombre, a quien se le dio el dominio sobre
ella. (Sal 8:4-8)
(Éx 29:36; 22:21-23.)
Cumplimiento en Cristo Jesús Y su sangre
Las Escrituras relacionan la expiación completa
de los pecados humanos en Jesucristo. En él se cumplen los tipos y sombras de
la ley mosaica, ya que es a quien señalan los diferentes sacrificios de
animales.
®
Como
humano perfecto, sin pecado, él fue la ofrenda por el pecado de todos los
descendientes de Adán, para librarnos del pecado y la muerte heredada. (2 Co
5:21.)
®
Cristo
“ofreció un sacrificio por los pecados perpetuamente” (Heb. 10:12)
®
No
hay duda de que es “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. (Jn.
1:29, 36; 1 Co 5:7; Ap. 5:12)
®
El
perdón depende del derramamiento de sangre (Heb 9:22), Dios como Dios no podía
derramar sangre, pues él es un ser incorpóreo, pero Cristo en su parte humana
si, por eso la Biblia afirma que a los cristianos que andan en la luz se les
asegura que “la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado”. (1 Jn 1:7)
por esto no puede haber expiación sin
derramamiento de sangre, y la única que cumplía con el requisito fue la sangre
de Cristo, sin mancha, sin genes heredados de corrupción, pecado,
®
Cristo
no fue fecundado por José en un acto ero de amor
®
Se
implantó en maría por Dios por amor de nosotros
®
Fue
semejante a nosotros, pero no igual a nosotros
®
No
heredó nada del pecado del hombre
Se hace posible la reconciliación.
La relación entre el hombre y su Creador solo
podía restablecerse si se satisfacía el requisito de una verdadera expiación
del pecado. (Isa. 59:2; Hab. 1:13; Ef. 2:3.) Dios ha hecho posible la
reconciliación entre sí mismo y la humanidad pecaminosa mediante el hombre
perfecto Cristo Jesús. Por ello, el apóstol Pablo escribió: “También nos
alborozamos en Dios mediante nuestro Señor Jesucristo, mediante quien ahora
hemos recibido la reconciliación”. (Ro. 5:11 Por consiguiente, para conseguir
el favor de Dios, es necesario aceptar la mediación de Jesucristo:
La provisión de Dios para la reconciliación.
Solo por este medio es posible llegar a estar
en una posición comparable a la de Adán antes de su pecado. Dios manifiesta su
amor al hacer posible esta reconciliación. (Ro. 5:6-10.)
EN LA EXPIACIÓN SE RECONCILIA AL HOMBRE CON
DIOS,
En numerosas lenguas modernas la noción de
expiación tiende a confundirse con la de castigo. y tal es el sentido del verbo expiare, tanto en
la Vulgata, expiar es esencialmente "purificar",
o más exactamente hacer un objeto, un lugar o una persona "agradable a Dios, después de haber sido desagradable"
(Lachelier). Toda expiación supone,
pues, la existencia de un pecado y tiene por efecto destruirlo. La expiación
borra el pecado reuniendo de nuevo al hombre con Dios, "consagrándose" por lo tanto el sacrificio de expiación tiene más bien por fin "hacer al hombre
agradable a Dios"
En el Antiguo Testamento.
Los motivos de expiación ceremonial incluían:
Ø El flujo de sangre Lev 12.6, 7
Ø Contaminación por un muerto Núm. 19.9-17
Ø la lepra Lev
14.18, 53
También
objetos materiales:
Ø como el altar Y el tabernáculo (Lev. 16.33),
podían contaminarse y era necesario hacer expiación por ellos.
Sin embargo, básicamente la expiación se hace
por el PECADO, que contamina tanto al hombre como a las cosas, y del
cual la impureza ceremonial es solo una ilustración.
El nuevo testamento recoge la idea tocante a
la expiación de un acto por el cual, somos limpios de todo pecado moral, ético,
religioso. Esta nos hace inocentes ante Dios.
Lo vil y menospreciado, lo inmundo y
reprochable ahora se convierte por el acto de la gracia divina, en algo
preciado, un vaso de honra, útil santificado para Dios y dispuesto para toda
buena obra en Cristo.
El
medio de expiación variaba.
Podía muy bien ser:
Ø Una ofrenda en efectivo (Núm. 31.50)
Ø Incienso, como cuando Aarón expió la murmuración
del pueblo (Núm. 16.47).
Ø Pero
principalmente la expiación se hacía mediante la muerte de una víctima,
Ø Por la
sangre como símbolo de su vida derramada (Lev. 17.11).
Ø A
veces el culpable mismo debía morir (Núm. 35.33), Pero en la mayoría de los
casos se ofrecía un animal como sustituto.
La expiación presenta el pecado como algo que contamina
al hombre y que interrumpe su relación con Dios. pero también sugiere, que es
Dios mismo, el que brinda el medio para restablecer la relación rota por el
pecado, ya que el hombre no puede hacerlo.
Demuestra la justicia de Dios, porque Él
demanda un castigo por el pecado. Este era llevado por Las ofrendas expiatorias
del Antiguo Testamento, que en si no podían quitar el pecado (Heb. 10.4), sino
que prefiguraban a Jesucristo, el sacrificio perfecto provisto por Dios mismo
(Jn. 1.29). Por su muerte expiatoria (Is. 53.10).
Él quitó los pecados del mundo y ofreció la
base para el PERDÓN y la JUSTIFICACIÓN del pecador.
·
La
expiación procede del amor de Dios. No es algo arrancado a un Padre severo y
poco dispuesto, totalmente justo, pero totalmente inflexible.
·
La
expiación nos muestra el amor del Dios. Pablo nos ofrece la exposición clásica
de esto cuando dice: “Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo
aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro. 5.8).
·
En
el texto más conocido de la Biblia encontramos que “de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito…” (Jn. 3.16).
·
En los evangelios sinópticos se destaca que
“era necesario” que el Hijo del Hombre sufriera (Mr. 8.31, etc.). Es decir, la
muerte de Cristo no fue un accidente: tenía su razón de ser en una necesidad
divina compulsiva. Esto lo vemos también en la oración del Señor en Getsemaní
de que se cumpliese la voluntad del Padre (Mt. 26.42). De igual manera, en hebreos leemos que fue
“por la gracia de Dios” que Cristo gustó la muerte por todos nosotros (He.
2.9). Este pensamiento recorre todo el Nuevo Testamento, y debemos tenerlo muy
presente cuando reflexionamos sobre el modo de la expiación.
Otro
pensamiento que aparece repetidamente es el de que la muerte de Cristo es una
muerte por el pecado.
No se trata simplemente de que ciertos
hombres perversos se levantarán contra él. No es que sus enemigos hayan
conspirado en contra de él y que él no pudo oponerse.
1.
Fue
entregado por nuestros pecados” (Ro. 4.25). Vino específicamente a morir por
nuestros pecados.
2.
Su
sangre “por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mt. 26.28).
3.
Efectuó
“la purificación de nuestros pecados” (He. 1.3).
4.
Llevó
él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 P. 2.24).
5.
Él
es la propiciación por nuestros pecados” (1 Jn. 2.2). Jamás se entenderá la
cruz de Cristo a menos que se vea que en ella, el Salvador se estaba ocupando
de los pecados de toda la humanidad.
El aspecto sacrificial de la muerte de Cristo
Al hacer esto dio cumplimiento a todo aquello
a lo cual apuntaban los antiguos sacrificios.
Jesús mismo se refirió a su sangre como
“sangre del nuevo pacto” (Mr. 14.24), lo cual nos lleva a los ritos en torno a
los sacrificios. Más aun, buena parte del lenguaje que se usa en la institución
de la Cena está relacionado con los sacrificios, apuntando al sacrificio que
debía llevarse a cabo en la cruz. Pablo nos dice que Cristo.
·
Nos
amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor
fragante” (Ef. 5.2).
·
No se
refiere a sacrificios en general, sino a un sacrificio específico, como dice 1
Co. 5.7: “Porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por
nosotros.
·
Pedro
habla de “la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin
contaminación” (1 P 1.19), lo cual indica que en un aspecto la muerte de Cristo
fue un sacrificio.
·
Era
nuestro representante cuando colgaba de la cruz. Esto se expresa claramente en
2 Co. 5.14: “Uno murió por todos, luego todos murieron.” La muerte del
representante cuenta como la muerte de aquellos a los cuales representa.
·
Cuando
se dice que Cristo es nuestro “abogado… para con el Padre” (1 Jn. 2.1) tenemos
allí el pensamiento claro de representación, y como el pasaje de inmediato pasa
a ocuparse de su muerte por el pecado resulta pertinente para nuestro
propósito. La Epístola a los hebreos tiene como uno de sus temas principales el
de Cristo como nuestro gran Sumo sacerdote. El pensamiento se repite vez tras
vez. Ahora bien, aparte de todo lo demás que pueda decirse de un sumo
sacerdote, es evidente que representa a los hombres. Por lo tanto, puede
decirse que el pensamiento de la representación es muy fuerte en esta epístola.
Cristo es nuestro vicario, él fue la ofrenda
y a la vez fue nuestro representante en la cruz ante Dios quien demandaba un
sacrificio para satisfacer su justicia.
Hagamos ahora
la comparación final de estos dos grandes hechos realizados en la cruz del calvario,
Cristo realizó una:
EXPIACIÓN PROPICIACIÓN
Siendo ofrenda por el pecado como ofrenda presentada
Muriendo por nuestro pecado, llevando nuestro pecado
Recibiendo el castigo por nosotros consumando la obra
Siendo sacrificio en el altar del holocausto siendo
ofrenda en el altar de adoración
Como altar de fuego de muerte siendo altar de reconciliación
Como nuestro vicario o sustituto siendo nuestro representante ante el juez
Todo esto es maravilloso saber lo que Cristo
hizo por nosotros, pero sabes algo todo esto no hubiera tenido valor, si algo
no hubiera pasado, imagínate que Cristo hubiese muerto por nosotros, es más
hubiese llevado nuestros pecados pero que se hubiese quedado todo allí, sin una
resurrección ni su obra expiatoria o propiciatoria estarían completas, la
garantía de que todo esto funcione es la resurrección de Cristo.
Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias
de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un
hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque, así como
en Adam todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados.
1 Cor, 15:20-22
Que bendición tan grande
la obra de Cristo realizada en la cruz del calvario, podemos estar seguros de
la redención en Cristo Jesús, por el somos salvos, santos, perfectos, limpios
por la sangre del cordero. Ninguno de las dos obras funciona si la otra, él
pensó en todo, fue nuestro juez, pero también nuestro abogado, toda la obra de
él es completa, gracias a Dios por su amor eterno.