Esta pequeña joya, oculta en un rincón oscuro del Antiguo
Testamento, es un libro sumamente rico y además es histórico. Aunque
lamentablemente sigue habiendo actualmente personas que afirman que algunos de
los relatos del Antiguo Testamento son leyendas, existe evidencia substancial
de que los acontecimientos que se cuentan en Éster sucedieron de verdad.
Tuvieron lugar durante los días de la cautividad de Israel cuando estuvo
sometida como nación a esclavitud en Babilonia. Durante los tiempos de aquella
cautividad surgió un hombre que, como primer ministro de Babilonia, lanzó un
ataque contra los judíos e intentó borrar a este pueblo de la faz de la tierra,
de la misma manera que Hitler lo intentó en época más reciente,
pero Dios se
movió de manera maravillosa para librar a su pueblo por medio de Éster, que se
convirtió en reina de este reino extranjero.
Tenemos en este libro una de las historias más emocionantes de
todos los tiempos. Es mucho más que el relato del poder de que se vale Dios
para librar a los judíos. En un sentido, es el relato más extraordinario de la
Biblia porque el nombre de Dios no aparece para nada en él y tampoco se
mencionan ni el cielo ni el infierno. No se habla en él de nada que resulte especialmente
religioso, sino que es más bien la clase de historia que podríamos encontrar en
las páginas de cualquier revista literaria, pero sin embargo la encontramos en
la Biblia. Mucho se han preguntado a qué es debido y la respuesta es que es un
maravilloso paralelismo de lo que está sucediendo en nuestras propias vidas. Lo
que hace que este sea un libro fascinante es que ésta es nuestra historia. Al
seguir los acontecimientos de este libro, podemos ver con la exactitud que
sirve de ejemplo de lo que nos pasa a nosotros cuando Dios obra en el corazón
humano. Pablo nos ofrece la clave en el Nuevo Testamento cuando dice:
"...estas cosas...están escritas para nuestra instrucción, para nosotros
sobre quienes ha llegado el fin de las edades. (Iª Cor. 10:11) Es la historia
de un rey y de su reino. El rey se divorcia de la reina que está junto a él
cuando comienza la historia y, por ello, se convierte en un hombre solitario
por propio decreto. Se siente impotente, al no poder cambiar el decreto una vez
que ha sido publicado, y en su soledad comienza a buscar a una nueva reina. Al
leer esta historia nos encontramos con que tiene un paralelismo con lo que le
sucede a la humanidad. El libro empieza durante un período de paz y de
bendición cuando el rey da una gran fiesta para los señores del reino. Allí
acuden cientos de miles de personas y la fiesta dura seis meses. Durante este
tiempo el rey no tuvo otra cosa que hacer que exhibir con esplendidez la gloria
y la belleza de su reino.
Resulta interesante descubrir en las Escrituras que el hombre fue
creado para ser rey de este mismo modo. Es un modelo que nos hemos encontrado
con anterioridad. A cada uno de nosotros nos ha sido concedido un reino sobre
el que gobernar y nuestra alma es nuestro reino, incluyendo las facultades de
la mente, las emociones y, sobre todo, el derecho a escoger. El cuerpo del
hombre es la capital de este reino. El imperio incluye todo aquello sobre lo
cual ejerce su influencia o lo que toca. El rey, sentado sobre el trono de ese
reino, es la voluntad. También hay, como veremos, un miembro oculto en nuestra
vida, la vida interior o el espíritu. Esta es la parte más profunda y sensible
de nuestro ser, la parte diseñada para tener comunión con Dios, el lugar en el
que Dios mismo ha de residir.
Como ya hemos visto, este rey no tenía nada más que hacer que
exhibir la gloria de su reino y el hombre, al aparecer al principio en la
tierra, no tenía otra cosa que hacer tampoco que exhibir la gloria de Dios, que
moraba en su interior, y ejercer dominio sobre la tierra que le había sido
dada. Pero este rey se levantó en su orgullo e intentó destruir a su reina. Es
decir, intentó dejarla en desgracia al pedirle que mostrase su belleza ante
toda la corte.
Esta es una imagen de nosotros, como un paralelo de la caída del
hombre, cuando este optó por hacer valer su razón por encima de la supremacía
de la revelación. En el palacio del espíritu del hombre, simbolizada por la
reina en este relato, habita la gloria y la verdad de Dios. Fue allí donde
fueron guiadas la mente, las emociones y la voluntad del hombre por medio de la
comunión con un Señor viviente, que habitaba en la residencia real del
espíritu. El hombre debía someter su razón a la revelación y al hacerlo podría
llevar a cabo su destino y utilizar todos los poderes de su humanidad para
realizar el propósito para el cual debía usarlos. Sin embargo, como usted sabe,
se introdujo en la vida un principio que tentó al hombre a aseverar su poder de
razonamiento sobre la revelación. El hombre comenzó a escoger lo que él mismo
deseaba hacer, en lugar de lo que Dios deseaba que hiciese, y por esta causa se
produjo la caída.
Este retrato nos lo presenta los primeros capítulos de Éster,
cuando el rey emitió un decreto en el sentido de que la reina debía ser
destituida del trono. Este decreto se convirtió en una ley para los medas y los
persas y el rey no podía hacer nada al respecto una vez que había sido
proclamado, por lo que a partir de ese momento se convirtió en un rey solitario
y en su soledad comenzó a buscar una nueva reina. La proclamación fue enviada
por todo el reino, pidiendo que trajesen ante su presencia a todas las
doncellas hermosas y estas fueron apareciendo, una tras otra, y entre ellas
estaba una joven muy hermosa, llamada Éster, que era una de las cautivas que
había sido llevada de Jerusalén a Babilonia y con ella estaba su primo
Mardoqueo. Estos dos son los personajes más importantes de la historia. Éster
es una imagen del espíritu regenerado, cuando el espíritu cobra vida en
Jesucristo y Éster vive bajo la influencia y el control de su primo Mardoqueo,
que en todo este libro es una imagen del Espíritu Santo y de su actividad en
nuestras vidas. El nombre de este hombre significa "hombre de corta
estatura, es decir, el hombre en su humildad y es, por lo tanto, una imagen de
Cristo.
En el capítulo 2 se recibe al Espíritu cuando Éster, bajo el
control de su primo Mardoqueo, es traída ante la presencia del rey que se
enamora de ella. Debido a su gran belleza la escoge de inmediato para ser su
reina y la exalta, haciendo que ocupe el segundo lugar en el reino. En esa
escena tenemos una imagen de lo que podríamos llamar la conversión del rey.
Este recibe un nuevo espíritu, sin entender que el Espíritu Santo también está
involucrado, algo que muchos de nosotros no entendimos en el momento en que nos
hicimos cristianos, pero Mardoqueo se encuentra situado en el trasfondo y
veremos de qué modo llega a convertirse en uno de los personajes más destacados
en este relato de la maravillosa liberación del reino.
En el capítulo 3 de este libro aparece en escena el villano, el
personaje vil que se llama Amán, el agageo. Si examinamos los antepasados de
este hombre en las Escrituras descubriremos que un agageo es una amalecita y
Amalec era la raza de descendientes de Esaú, contra los cuales Dios había dicho
que lucharía para siempre. (Ex. 17:16) Se le había ordenado al Rey Saúl que
eliminase para siempre a este pueblo, pero en su insensatez prefirió perdonarle
la vida a Agag el rey de los amalecitas y eternizar, de este modo, a esta
fuerza impia en Israel. Por todas las Escrituras, esta tribu de los amalecitas
representa el lugar dónde moran en nuestros corazones los deseos que
continuamente se oponen a todo lo que Dios quiere que hagamos. Esto es lo que
llama el Nuevo Testamento "la carne y siempre que el Espíritu de Dios
comienza a moverse con el propósito de bendecirnos, la carne se manifiesta y se
opone al Espíritu haciendo todo cuanto puede, de una manera sutil y astuta,
para impedir que se realice la obra de Dios y ese es Amán.
En el capítulo 3 leemos que tan pronto como Amán empieza a ejercer
su poder en un lugar destacado, justo debajo del rey, se muestra de inmediato
antagónico hacia Mardoqueo. Estos dos personajes chocan de modo conflictivo en
seguida porque Amán era "enemigo de los judíos. Al enterarse de que
Mardoqueo es judío, jura eliminarle del reino y en todo el relato leemos una y
otra vez que lo que caracterizó a Amán fue el odio hacia los judíos. ¿Pero por
qué odiaba a los judíos? El capítulo 3, versículo 8 dice:
Luego Amán dijo al rey Asuero: --Hay un pueblo disperso y
diseminado entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, cuyas leyes
son diferentes de las de cualquier pueblo. Ellos no observan las leyes del rey,
y el rey no tiene ventaja en dejarlos vivir.
En otras palabras, aquí tenemos un pueblo, que obedece a un
principio de vida diferente. De igual modo que cuando el Espíritu Santo habita
en el espíritu del hombre éste se ve de inmediato sometido a un gobierno de
vida diferente, a una manera distinta de pensar, a una exigencia diferente,
estos judíos obedecen a un principio diferente. Debido a que son el pueblo de
Dios, Amán esta furioso y en su ira contra ellos, concibe una terrible
estrategia. Este hombre era muy listo, de la misma manera que la carne en
nosotros lo es en su estrategia por mantenernos sometidos a esclavitud. La
historia de este libro es sobre la manera de obrar Dios para quitarle el
control al hombre que no debe tenerlo y colocar al que sí debe de tenerlo en un
lugar de autoridad. El motivo por el que tenemos problemas como cristianos,
incluso después de haber nacido de nuevo, es que la carne se opone sutil y
astutamente a todo lo que Dios intenta hacer en nuestras vidas. Estas palabras
de Gálatas describen con exactitud toda esta lucha:
"Porque la carne desea lo que es contrario al Espíritu y el
Espíritu lo que es contrario a la carne. Ambos se oponen mutuamente para que no
hagáis lo que quisierais." (Gál. 5:17)
Amán va inmediatamente a convencer al rey para que éste, en su propio
beneficio, elimine a este pueblo. Amán, se convierte de este modo en el poder
que se oculta tras el trono, controlando al rey. El rey hace lo que Amán quiere
que haga y emite un edicto para eliminar a los judíos de todo el reino. De
igual manera, encontramos en nuestras vidas que la carne se esfuerza
continuamente por eliminar el control que ejerce el Espíritu Santo y hacer que
andemos siempre siguiendo el principio de servirnos a nosotros mismos, siendo
egoístas y satisfaciendo nuestros propios deseos, algo que prevalece en el
mundo que nos rodea. Leemos que esta enemistad surge tan pronto como Amán y
Mardoqueo se encuentran cara a cara, haciendo que aparezca la oposición al
Espíritu y, al final del capítulo 3, Amán ha conseguido convencer al rey para que
le de el anillo real, que es la marca de la autoridad y del poder, y que además
emita un edicto que destruya a los judíos por todo el reino.
Después de hacer esto, el rey se cree en su insensatez que Amán es
su amigo y le invita a un refresco y le golpea cariñosamente la espalda,
felicitándose a sí mismo por ser tan listo en su trato con Amán. También
nosotros creemos con frecuencia que hemos sido muy listos al defender nuestros
propios derechos y no permitir que nadie nos atropelle. Estamos seguros de haber
actuado con sabiduría y nos felicitamos por ejercer el control sobre una
determinada situación. Pero al mismo tiempo no somos conscientes de que en
nuestra terrible insensatez hemos hecho precisamente aquello que continuará
haciendo estragos en nuestras vidas y nos colocará a merced de este mortal
enemigo que llevamos en nuestra interior: la carne.
En el capítulo 4 encontramos la historia de cómo empieza Dios a
actuar. Mardoqueo se siente apesadumbrado. ¿No ha pasado usted por esta
experiencia de vivir con un Espíritu contristado? Lo primero que hace el
Espíritu de Dios cuando empezamos a andar en la carne, es crear en nosotros una
sensación de inquietud, un sentimiento de aflicción. Es algo que sentimos en lo
más hondo de nuestro ser y nos resulta incluso difícil definirlo. Sabemos que
algo no anda bien, pero no sabemos qué es. Ester se da cuenta de que Mardoqueo
se siente muy angustiado y, no sabiendo qué hacer, le manda una muda de ropa,
con la esperanza de que eso resuelva su problema. En muchas ocasiones, cuando
nos sentimos afligidos y angustiados de espíritu, por causa de nuestras
actitudes y nuestras actividades, pensamos que algún cambio superficial
resolverá el problema, creyendo que el problema tiene relación con lo que
hacemos y no con lo que somos.
A continuación Mardoqueo envía a un mensajero llamado Hatac (por
cierto, que el nombre significa "la verdad) para convencer a Ester de que
se enfrenta con un grave problema. Este le explica a Ester todo el peligroso
complot tramado por el astuto Amán, cómo se ha propuesto destruir a los judíos,
incluyendo a la misma reina, a pesar de que Amán no sabe que Ester es judía.
Cuando ella se entera de todo ello se siente preocupada y no sabe qué hacer.
Mardoqueo le envía otro recado diciendo: "es preciso que vayas a ver al
rey.
El problema consiste es que deben asegurarse de que el rey se de
cuenta de que Amán no es su amigo, de la misma manera que el problema en
nuestra vida es conseguir que creamos de verdad en Dios cuando nos advierte que
los principios que caracterizan a la carne no son nuestros amigos y no están de
nuestra parte. Cuando somos obstinados, agresivos, difíciles e impacientes,
cuando damos muestra de poseer las cualidades que caracterizan a la carne, no
estamos obrando para favorecer nuestros propios intereses, aunque nos creamos
que sí. Estamos convencidos de que es lo que nos da la virilidad, la humanidad,
la fortaleza de carácter y otras cosas. Tenemos aquí el caso de un rey engañado
que no se ha dado cuenta de que el que se supone que es su mejor amigo es en
realidad su peor enemigo.
Lo que Mardoqueo le pidió a Ester que hiciese era algo peligroso,
porque presentarse ante el rey sin que él la hubiera mandado llamar a su
presencia representaba de por sí una sentencia de muerte, de manera que Ester
le envía recado de respuesta a Mardoqueo diciendo: "No sabes lo que me
estás pidiendo que haga. ¿No sabes que al pedirme que me presente ante el rey
de esta manera me estás sentenciando literalmente a muerte? El momento en que
yo pasé del umbral, habré perdido la vida, así que me estás pidiendo que muera.
Y ella sugiere la posibilidad de resolver el problema de alguna otra manera, a
lo que Mardoqueo contesta bruscamente: "No intentes ser más lista que
Amán. Si crees que vas a poder hacer algo por superar la estrategia y la
inteligencia de este hombre, estás equivocada. El va a ser más listo que tú y
te manipulará de tal manera que te vencerá. Se colocará detrás de ti y te
atrapará. Con lo cual vas a acabar derrotada. Esto es lo que nos enseña muy claramente
el capítulo siete de Romanos. Si creemos que somos capaces de vencer a la carne
contando solo con nuestra fuerza de voluntad, estamos perdidos.
Esta es una de las cosas más difíciles de entender acerca de la
vida cristiana. Es lo que más nos elude cuando intentamos comprenderlo, no nos
damos cuenta de que hemos llegado al final de nosotros mismos y que es preciso
que muramos a nuestros propios recursos a fin de poder hacer frente a la carne,
pero esto es algo que no podemos hacer solos. No podemos hacerlo apretando los
puños o rechinando los dientes o firmando resoluciones de año nuevo o
decidiendo que ya no vamos a actuar de una manera determinada. Ester tiene que
aprender que el único que puede manejar a Amán es Mardoqueo y ella debe de
estar dispuesta a morir, por así decirlo, a sus propios recursos a fin de poder
manejar a este hombre.
Al enfrentarse Ester con esta verdad, dice:
"Vé, reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad
por mí. No comáis ni bebáis en tres días, ni de noche ni de día. Yo también
ayunaré con mis damas e iré así al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si
perezco, que perezca." (Ester 4:16)
"En tres días y tres noches, algo que resulta altamente
significativo ¿verdad? Durante tres días y tres noches Jesús permaneció en la
tumba a nuestro favor, muerto por nuestra causa. Al tercer día Ester se atavió
con sus vestimentas reales y se fue al atrio interior del palacio del rey,
frente a donde se encontraba la sala del rey, esperando atemorizada e insegura,
sin saber apenas lo que sucederá cuando la vea el rey. Pero cuando él la ve,
contempla la belleza de una vida resucitada. Acudió "al tercer día, el día
de la resurrección, con poder y gloria, y el corazón del rey quedó cautivado
por su belleza, por lo que le dice a la reina Ester: "¿Qué tienes, oh
reina Ester? ¿Cuál es tu petición? ¡Hasta la mitad del reino te será dada!
A continuación vemos que sucede algo bastante extraño. Ester no le
pide nada, sencillamente le invita a comer al día siguiente y le pide que
traiga consigo a Amán. ¿Qué significado tiene esto? Creo que no hay nada más
importante que esto: nosotros no podemos nunca adivinar lo que va a hacer el
Espíritu Santo en cuanto a resolver una situación. No sabemos nunca cómo lo va
a hacer. La respuesta, aparentemente lógica, hubiera sido que Ester le hubiese
dicho de inmediato: "Mira, me has dicho que haga una petición. Lo que
quiero es la cabeza de Amán en un plato. Pero no fue eso lo que hizo Ester.
Obedeciendo evidentemente las órdenes de Mardoqueo, espera y mientras lo hace,
descubrimos que sucede algo muy interesante: Amán se ve atrapado por su propia
insensatez. Mardoqueo le da a Ester instrucciones de que invite al rey y a Amán
a un banquete. Después de él, el rey le pregunta que qué quiere y ella le responde:
"quiero que regreses mañana por la noche a otro banquete. Amán sale
sintiéndose ligero como el viento, absolutamente encantado por lo que ha
pasado. Vuelve junto a su mujer y sus hijos y les dice: "sabía que era el
favorito del rey, pero ahora he descubierto que además soy el favorito de la
reina y los tengo a los dos comiendo de mi mano y empieza a presumir de sus
hazañas:
"Aquel día Amán salió alegre y contento de corazón. Pero
cuando Amán vio a Mardoqueo delante de él, y que no se levantaba ni temblaba
delante de él, se llenó de ira contra Mardoqueo." (Est. 5:9)
Cuando la carne en nosotros se jacta y se vuelve arrogante y
orgullosa, y nos felicitamos a nosotros mismos por la manera en que hemos
defendidos nuestros derechos y cómo hemos sido capaces de manipular las cosas
para que salgan tal y como queremos, hay Uno que no se deja impresionar, el
Espíritu Santo. No se deja ni mucho menos intimidar por nuestra inteligencia.
Esto es algo que irrita a Amán y le saca de sus casillas, así que le dice a su esposa
y a sus hijos: "No puedo vivir de este modo. No puedo soportarlo mientras
este Mardoqueo esté en el palacio. A lo que su mujer le contesta: "Si te
estorba, librate de él. Haz que le cuelguen. Levanta una horca de 75 pies de
altura (esa es la altura correspondiente a 50 codos) y por la mañana ve al rey
y dile que le cuelgue. ¿No es eso actuar siguiendo los dictados de la carne? Si
algo nos estorba, con quitarlo de en medio caso resuelto. No permita que nadie
se meta en su camino, siga usted adelante. ¡Impóngase! Póngase bien recto y
siga caminando como tirano, como el rey de su propio mundo. Parece como si el
hombre equivocado fuese a terminar en la horca ¿no es así? Pero se salva el
complot ¿y sabe usted lo que consiguió dar un giro a la situación? Una pizza, a
altas horas de la noche. Por lo menos eso creo, porque leemos:
"Aquella noche se le fue el sueño al rey y pidió que trajesen
el libro de las memorias, las crónicas, y fueron leídas delante del rey."
(Est. 6:1)
Averiguó cómo ciertos hombres, Bigtán y Teres, dos de su propia
guardia, habían urdido un complot en su contra. Leyó que Mardoqueo lo había
averiguado y había informado al respecto, de modo que estos dos hombres fueron
condenados a muerte como traidores contra el rey. Esto quedó registrado en el
libro y fue gracias a él que comenzó la liberación, porque en él descubrió el
rey quién era su verdadero amigo y, como leemos, vio que no había hecho nada
por honrar a Mardoqueo.
¿Ha pasado usted alguna vez por esa experiencia al leer en el
libro de los hechos memorables acerca del acontecimiento más memorable de toda
la historia? Se enteró usted de que hubo Uno que ocupó su lugar, muriendo en el
lugar que le hubiese correspondido a usted, luchando en contra de todos los
poderes de las tinieblas y del infierno por su causa, entregando su vida a su
favor y de repente se ha dado usted cuenta de que no ha hecho usted nada por
honrarle, ni por darle las gracias. Cuando el rey llega a este punto, llamó a
quienquiera que se encontrase en el patio exterior para que entre ¡y con quién
se encuentra, sino con Amán! Entra y el rey le pide consejo:
"¿Qué se hará al hombre a quien el rey desea honrar?"
Como es natural, la carne sabe siempre de quién se trata y Amán
cree "bueno, ¿quién podría ser el favorito del rey sino yo? Por lo que
piensa el mayor honor del que jamàs podría disfrutar y le dice al rey: "Si
realmente quieres honrar al hombre en quien te deleitas, dale tu corona, tu
vestidura, tu autoridad, todo cuanto eres y colócale sobre tu caballo. Entonces
nombra a alguno de los oficiales reales para que le guíen por la ciudad
aclamando a gran voz: ¡Este es el hombre en el cual el rey se complace!, De
modo que el rey le contesta: "Amán, esa es una idea estupenda. Ve a buscar
y hazlo por Mardoqueo.
¡Me hubiera encantado ver la cara que puso Amán en ese momento!
Pero lo interesante es que lo hizo. ¡Tiene que hacerlo! Tiene que pasar por esa
situación humillante a regañadientes. Lleva a Mardoqueo, su odiado enemigo, le
coloca sobre un caballo y le guía por toda la ciudad. ¿Se le imaginan clamando
por las calles: "este es el hombre al cual el rey se deleita en honrar?
Pero al hacerlo su corazón está lleno de una ira incontenible y envidia contra
este hombre. La lección es, sin embargo, que es la carne la que adopta esta actitud,
ya que hará cualquier cosa con tal de sobrevivir, incluso haciéndose religiosa.
Irá a la iglesia, cantará en el coro, predicará, distribuirá los himnarios,
pasará la colecta, acompañará a los que entren a sus asientos, dará testimonio
y hará cualquier cosa a fin de sobrevivir.
Recientemente un actor convertido, un hombre cristiano
maravilloso, me contó acerca de una ocasión en la que había estado en una
iglesia en la ciudad de Nueva York y, como miembro de la banda de los jóvenes,
salió con otros para dar testimonio ante un grupo de personas. Dijo que la
manera de hablar era la misma manera de hablar de los evangélicos, pero el
impulso era la exaltación de las personas que daban su testimonio y había un
brillo artificial que hacía que todo aquello resultase falso. Entonces me dijo:
"allí aprendí cómo la carne puede actuar como si hiciese algo religioso,
pero continuar siendo algo carnal. Eso es, precisamente, lo que representa aquí
la acción de Amán.
Al día siguiente se reunieron el rey. Amán y Ester y fue entonces
cuando la reina Ester reveló la perfidia de Amán. El rey se queda horrorizado y
por un momento no sabe qué hacer. Se dirige al jardín y camina de un lado a
otro, del mismo modo que lo hacemos usted y yo cuando de repente el Espíritu de
Dios nos revela que aquello que hemos estado protegiendo, colocando verjas
alrededor y excusando en nosotros mismos es el gran enemigo de nuestras almas.
Nos damos cuenta, al igual que le sucedió al rey, de que es preciso que se
produzca un cambio drástico. Porque matar a un primer ministro es algo
realmente drástico, pero eso es lo que pide la reina Ester. El rey sabe que no
es posible que haya liberación en su reino hasta que no se ponga fin a este
asunto, de manera que da orden diciendo: "colgadle de la horca que había
preparada para Mardoqueo. De modo que Amán es colgado en la horca.
En el capítulo 8 leemos:
"Ese mismo día el rey Asuero dio a la reina Ester la casa de
Amán, el enemigo de los judíos. También Mardoqueo vino a la presencia del
rey... "(Est. 8:1)
Mardoqueo ocupa ahora un puesto de poder y esto representa la
plenitud del Espíritu. En el capítulo 2 se recibe el Espíritu, en el 3 se
resiste al Espíritu, en el capítulo 4, el Espíritu es contristado. En la última
parte del capítulo 4, se apaga al Espíritu y ahora nos encontramos con la
plenitud del Espíritu. Una vez que Mardoqueo ha llegado al poder en este reino
todo empieza a cambiar y de inmediato se emite otro decreto, permitiendo a los
judíos luchar en contra de sus enemigos y matarlos.
De igual manera, en el capítulo 8 de Romanos se nos dice que la
ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús ha sido proclamada, liberándonos de la
ley del pecado y de la muerte, y cuando actuamos en obediencia a esta nueva
ley, actuando en contra de los enemigos que se introducen en nuestra propia
vida, negándonos a reconocer su poder, descubrimos que la ley del Espíritu de
vida en Cristo Jesús nos eleva y nos concede la victoria y el poder sobre
aquellas cosas en las que con anterioridad habíamos fracasado. Aquí, al final
del libro, descubrimos al mismo rey y al mismo reino, de igual manera que
continua usted siendo la misma persona, que vive en la misma casa, entre la
misma gente, trabajando en la misma tienda, pero con un gobierno diferente y
una dirección distinta. Mardoqueo se encuentra ahora en el trono. Un breve
pasaje del libro de Romanos nos ofrece un resumen de toda la historia de este
libro diciendo:
"Porque Dios hizo lo que era imposible para la ley, por
cuanto ella era débil por la carne: habiendo enviado a su propio Hijo en
semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la
carne; para que la justa exigencia de la ley fuese cumplida en nosotros que no
andamos conforme a la carne [teniendo la mente de Amán], sino conforme al
Espíritu." (Rom. 8:3-4)